lunes, 29 de abril de 2013

On the road.

Siempre, siempre y siempre ocurre que te llevas grandes decepciones ante aquello que esperas con anhelo. Años, e incluso décadas han pasado mientras generaciones esperaban por fin la adaptación de On the road al cine. Hasta el propio Kerouac intentó que Marlon Brando interpretará a Dean Moriarty y él mismo representara a Sal Paradise, o mejor dicho, se autorepresentara, grabando la película con una cámara puesta en el frontal del coche. Brando, ni respondió a aquella carta...y eso es lo que he sentido con esta película basada en las vivencias de uno de mis escritores favoritos, Kerouac, una decepción de las grandes.

Walter Salles ha sido el valiente que se ha encargado de dirigir esta película, y digo esto porque en los últimos 50 años nadie se ha atrevido con ello. Ya contaba con cierta experiencia en los "road movie", adquirida cuando dirigió la película basada en los viajes del Che Guevara, diarios de motocicleta. Pero sinceramente, no ha sabido transmitir el ritmo de las vivencias de los protagonistas de la generación Beat. La película, y quizás sea demasiado duro, es por ratos aburrida y monótona, no ha propagado la velocidad e intensidad del libro, aunque si la línea argumental del mismo y una buena adaptación de la historia en sí.

Nada más fallecer su padre, Sal Paradise, conoce a Dean Moriarty, el primero, un aspirante a escritor deseoso de encontrar la inspiración, y el segundo un buscavidas con una personalidad abrumadora y casado con un chica bella y liberal, Marylou. Los tres cogen todas sus pertenencias y se lanzan a buscar la verdadera experiencia de la vida, aprender de todos aquellos avatares que les ocurren mientras recorren kilómetros y kilómetros sin tener un rumbo, ya que lo importante no es el final del camino, sino todo lo que va ocurriendo en él. Un camino que les llevará desde Nueva York, a la Costa Oeste, desde allí a México, recorriendo EEUU de costa a costa y de norte a sur, mitificando la famosa ruta 66. Sin olvidarnos de la aparición de otros personajes claves como Carlo Marx, un joven poeta atormentado.

Con estas ideas, y sin que se sepa nada de la generación Beat, podemos pensar que estamos ante unos jóvenes que se dedican a recorrer EEUU en coche sin ningún fin, emborrachándose, drogándose y bailando jazz, quizás, llegados a este punto no hubiera estado de más haber dado una pequeña explicación de le generación Beat y lo que ello significaba. Tampoco ha sabido plasmar las increíble velocidad e intensidad de la obra original, si bien es cierto que la adaptación es bastante correcta. Otro punto destacable es la fotografía de la película, con unas localizaciones y paisajes espectaculares. 

Y a nivel personal lo reconozco, he quedado muy decepcionado, quizás porque a esta novela la tengo en un altar, creo que no es la que mejor representa el espíritu Beat, Los vagabundos del Dharma, libro del que os hablé en el blog hace unos meses, es claramente quien nos transporta al mundo Beat y en todo lo que desencadenó con el tiempo.

Leí on the road por primera vez cuando tenía...22 o 23 años y lo reconozco, me enamoró, es más, muchas veces lo llevaba encima y simplemente lo abría por cualquier página y comenzaba a leer desde el punto que fuera, libro que me engancho tanto que no fueron pocas las veces que me lanzaba a pasar mi tiempo libre con mi viejo terrano de ruta por el norte peninsular, y con la mejor compañía para cualquier viaje, buena música y uno mismo, que es como realmente se conocen y aprecian los lugares por donde uno pasa, yendo solo cuando tienes la imperiosa necesidad de poder charlar con la gente de los diferentes lugares y encuentras siempre algún curioso personaje que te cuenta mil y una historias. Nunca olvidaré un escocés que me encontré en el Pirineo francés. Me fui a pasar 5 días por los valles del Pirineo atlántico y descendiendo por una zona cercana a Lescun me encontré a un escocés que llevaba cerca de 20 días solo por la montaña durmiendo donde encontraba (refugios, debajo de abetos, etc...) encima a principios de junio, que os aseguro que en esa zona aún hace un frío considerable en las cumbres, y con el cual terminé cenando incluso aquel día. 

Así que gracias a ellos encontré una de mis formas favoritas de viajar, los road trip, y este año según se acercan mis dos semanas de vacaciones en Agosto, tengo la sensación de que caerá un nuevo viaje por Europa de esta manera...Toscana, Alpes, la Selva Negra, el Macizo Central, la Bretaña, la Costa Azul...muchos lugares por descubrir aún, apenas a dos jornadas en coche del centro peninsular, y una forma de viajar que en el viejo continente, que especialmente en España no se utiliza mucho, teniendo una libertad de acción y elección brutal, sin rutas fijadas, sin destinos marcados, simplemente dejándote guiar por las sensaciones que te produzca un lugar o un simple cruce de caminos.





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